Decimos adiós a una alumna ejemplar
- Comunicación Institucional
Sus exequias se cumplirán este viernes 7 de diciembre, a partir de las 2:30 p.m., en el templo de la parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, del barrio Piedrapintada.
Como Universidad de Ibagué, expresamos condolencias a la familia y allegados de nuestra estudiante Ana María Noreña, quien murió el 5 de diciembre en horas de la tarde.
Ana María estaba inscrita en Derecho, programa en el que se destacó por su compromiso, su disciplina y su calidad humana y dejó un recuerdo intachable entre las personas de la comunidad universitaria.
Entereza y buena administración del tiempo la caracterizaron, al desempeñarse como monitora de biblioteca y, no obstante, desarrollar una hoja de vida académica notoria con la que dio muestras de rigurosidad y de asertiva forma de asumir su papel como estudiante.
“Ana María estaba desarrollando su judicatura en el Palacio de Justicia de Ibagué y ya había culminado sus materias. El mejor homenaje que como Universidad podemos brindar a ella y a su familia es concederle el Grado póstumo”, declaró Esperanza Castillo Yara, directora del Programa.
A sus 23 años, Ana María calaba en el corazón de sus compañeros y los adultos con los que compartía. “Yo coordino alrededor de 20 jóvenes por año y, entre ellos, Ana María era una niña muy juiciosa, especial y muy madura. Creo en la naturalidad de la afinidad con la gente y ella se ganó mi aprecio, porque siempre estaba dispuesta a ayudar. Más que una monitora, la vi como una amiga, una soñadora que amaba su carrera y se esforzaba por ser la mejor”, comentó Yaquelin Acosta, auxiliar de Biblioteca, encargada de coordinar el trabajo de estudiantes monitores.
A su padre, Óscar Noreña; su madre, Ángela Sierra, familiares y amigos: les acompañamos en su dolor.
Como Universidad de Ibagué, expresamos condolencias a la familia y allegados de nuestra estudiante Ana María Noreña, quien murió el 5 de diciembre en horas de la tarde.
Ana María estaba inscrita en Derecho, programa en el que se destacó por su compromiso, su disciplina y su calidad humana y dejó un recuerdo intachable entre las personas de la comunidad universitaria.
Entereza y buena administración del tiempo la caracterizaron, al desempeñarse como monitora de biblioteca y, no obstante, desarrollar una hoja de vida académica notoria con la que dio muestras de rigurosidad y de asertiva forma de asumir su papel como estudiante.
“Ana María estaba desarrollando su judicatura en el Palacio de Justicia de Ibagué y ya había culminado sus materias. El mejor homenaje que como Universidad podemos brindar a ella y a su familia es concederle el Grado póstumo”, declaró Esperanza Castillo Yara, directora del Programa.
A sus 23 años, Ana María calaba en el corazón de sus compañeros y los adultos con los que compartía. “Yo coordino alrededor de 20 jóvenes por año y, entre ellos, Ana María era una niña muy juiciosa, especial y muy madura. Creo en la naturalidad de la afinidad con la gente y ella se ganó mi aprecio, porque siempre estaba dispuesta a ayudar. Más que una monitora, la vi como una amiga, una soñadora que amaba su carrera y se esforzaba por ser la mejor”, comentó Yaquelin Acosta, auxiliar de Biblioteca, encargada de coordinar el trabajo de estudiantes monitores.
A su padre, Óscar Noreña; su madre, Ángela Sierra, familiares y amigos: les acompañamos en su dolor.