![](/directorio/images/Unibague/Noticias/2022/08-agosto/1-Escuela-de-la-verdad.jpg)
Estudiantes de Unibagué abrazan la escuela
- Germán Gómez Carvajal
(Podría interesarte: Deportistas Unibagué ganan preseas en zonales de Ascún)
En el país, más de 4000 instituciones educativas -105 del Tolima- se vincularon a esta jornada con la esperanza de contribuir a la transformación de la sociedad con una nueva generación de niños y jóvenes sensibles a diferentes realidades del país y convencidos de la construcción de paz como una experiencia cotidiana que requiere del compromiso de toda la ciudadanía.
![Image](/directorio/images/2022/08/23/img-20220812-wa01441.jpg)
En palabras de Santiago Arias, representante de los estudiantes ante el Consejo Directivo de la Institución Educativa Gabriela Mistral, de Melgar: “Abrazar la paz y la verdad es importante, porque nosotros desde pequeños hemos conocido la violencia de nuestro país y se necesita saber la verdad, saber quiénes fueron victimarios y quiénes fueron víctimas, para así abrir nuestra mente y aceptar nuestra realidad”.
(Ver también: Así trabaja Unibagué con los acueductos comunitarios)
Al respecto, Mónica Álvarez, coordinadora de Paz y Región, comentó: “La Escuela abrazó la verdad para no soltarla nunca; por esto, el 12 de agosto fue solo el inicio de un proceso que debe continuar, que invita a reflexiones profundas sobre la pedagogía, el currículo y las miradas de país sobre las que se sustenta la formación de niños y jóvenes.
"A su vez -añadió-, esto exige a las universidades renovar su compromiso con una educación transformadora, que reivindique la verdad como la única manera posible de aportar a la construcción de un país reconciliado, que abraza su diversidad y que no se resigna a la crudeza de la violencia”.
Desde Paz y Región se enseña que el legado de la Comisión de la Verdad no puede quedarse archivado, ni agotarse en el cierre mediático y protocolario de un mandato institucional, sino que debe vivir en las escuelas, en las universidades, en las comunidades y en las familias, como un escenario fértil para un diálogo social que nos interpele como colombianos y nos invite a generar nuevas narrativas sobre paz y reconciliación.